Para quien cantás?

Hola, mi nombre es Maria del Carmen Teodoro de Castillo, soy hija de pastor y estoy casada con un ministro de Alabanza.
Siempre me ha gustado mucho alabar a Dios por medio del canto y reconozco que no he ido a clases o he aprendido algún instrumento.
Sin embargo, a mi me gustaba escuchar que otros me dijeran "lo hiciste bien" o "se escucho muy bien".
Pero para mi fortuna, mi esposo es un gran musico y sabe cuando algo suena bien o no. Pero mi orgullo queria sentirse bien, así que, como yo generalmente cantaba con él en la iglesia, al final de cada servicio yo le preguntaba, "Como se escucho?" y usualmente me corregía diciendome que debia escuchar primero como se hacia, subir una nota, bajar medio tono, etc.
Pero un buen dia, yo le hice la misma pregunta que le hacia siempre, "Como se escucho?" y para mi sorpresa él respondió... "yo no te voy a decir lo que querés escuchar" y me preguntó, "para quien cantás?" despues de una larga pausa, entendí a que se refería, yo quería escucharme bien y que me lo dijeran. Pero ese día recorde algo en mi corazón, despues que mi esposo me exhortó como por 30 minutos diciendome que la alabanza que Dios recibe es la que sale del corazón y que ¿de qué sirve tener una voz angelical si el corazón está lleno de orgullo? entendi que Dios no recibe una alabanza que sale de mi voz o de mi garganta, Dios recibe una alabanza que sale de un corazón contrito y humillado, un corazón que lo único que quiere es tocar el borde de Su manto, no un corazón que está más enfocado en como se escuchó.
Porque si ese es mi afán, entonces ya tengo mi recompensa, el reconocimiento que busco y deseo, pero si mi afán es adorar a Dios con todo lo que soy, sin importar como se escuchó o lo que mi orgullo quiere escuchar, entonces mi recompensa es tener Su Presencia.
Jamás podré tener Su Presencia si mi corazón está enfocado en gustarle a la gente y que la gente me escuche. Hasta que puedo vivir sin un microfono en mi mano y sin palabras agradables que eleven mi orgullo, hasta entonces puedo presentar una alabanza limpia, con un corazón puro y manos limpias delante de Dios. Y ahi es donde veré Su gloria.




Maria del Carmen Teodoro de Castillo